sábado, 20 de febrero de 2010

Pedro, el mundo fallero te la debia

Siempre se ha dicho que Claudio Chiapucci y Gianni Bugno tuvieron la mala suerte de vivir en la misma época que Miguel Indurain. La figura del Navarro les impidió alcanzar la gloria del Tour de Francia, y por ende, del Ciclismo.

Al hilo de este símil ciclista, podemos decir que a Pedro Rodríguez, le ha tocado vivir la misma historia. Comenzó sus andanzas en el mundo fallero haciendo fallas grandes (su primer monumento fue en 1988, para San Marcelino), en el taller de Latorre y Sanz.

No fue hasta 1990 cuando, ya en solitario (Con la ayuda de su mujer), empieza a plantar infantiles, lo que marcaria su sino fallero. Sin embargo, su irrupción en la primera línea infantil de la época, fue en 1995. La Merced, iniciaba su andadura en la sección especial infantil, y aposto por un desconocido, que a la postre le daría los mayores éxitos de su historia.
Una gran locomotora, unida a una escenografía de Western que jalonaba la composición, era el elemento que caracterizaba aquella fallita (por aquel entonces sin la estúpida regla de los 2,5x2,5x2,5m). El tema versaba alrededor del mundo de Lucky Lucke, los hermanos Dalton y sus peripecias de Comic. En este monumento se empieza a ver la calidad caricaturesca y cómica que ha tenido Pedro a lo largo de su carrera.
Tanto la falla de 1995, como la de 1996, demostraron su capacidad compositiva (unidas a la libertad de tamaño), realizando escenografías inéditas y combinando figuras grandes con otras pequeñas. Memorable es su parodia del atletismo con una gran grada de estadio al fondo en su fallita de 1996, también para la Merced.
Ambos monumentos fueron poco valorados por el jurado, dejándolos mas allá del puesto 10 de especial , quizá por la inexperiencia e irrupción del artista, o quién sabe, si por el inicio de la constante critica a una de sus virtudes: el uso de grandes elementos mecánicos como eje central de la falla.


De Pedro Rodriguez


1995-Locomotora, 1996-Estadio, 1997-Todoterreno, 1998-Rascacielos, 1999-volcan, 2000-Camion y Carretera, 2001-Máquina elevadora, 2002-Transbordador…. Y podríamos seguir caracterizando esos elementos que suponían el centro de la composición, y que además, mostraban una originalidad nunca vista, y un estilo muy diferente a lo que se veía en especial por aquellos años. Otra de sus constantes, es el acompañamiento de las escenas por un “animalito” que recorre toda la fallita en clave de humor (ya sean hormigas, cucarachas, cerditos, incluso tomates)


De Pedro Rodriguez


Y aquí entra, el símil que he valorado al comienzo del artículo. Pedro ha tenido la mala suerte de encontrarse por el camino con quienes pueden ser considerados, los mejores artistas infantiles de la historia: Paco López (o el imbatido), Juan Carlos Moles (Ninot Indultat uno tras otro), Bernardo Estela y por supuesto, dos genios de Fallas Grandes, que “pasaban por allí” como quien dice: Miguel Santaeulalia (o su propio hijo) y Julio Monterrubio.
Sin embargo, no solo fueron estos artistas su gran problema. La crítica y el jurado, año tras año le impedían la gloria a la vez que exaltaban el preciosismo y detallismo de Moles, en detrimento del didactismo y los temas infantiles de las agradables y directas composiciones de Pedro. A veces los jurados deberían valorar cual es la mejor forma de transmitir el mensaje.
Sus años en el podio demuestran su solvencia, pero no quepa duda que en algún momento mereció más.


De Pedro Rodriguez


No vamos a dejar de recordar el famoso “sin premio” de 2003. Cansado, quien sabe, por no poder subir un escalón más, Pedro dio un giro en la temática y estética y apostó por lo que era seguro (Eso que el jurado demostraba con los premios año a año). Sin embargo esa apuesta por los tonos grises y marrones, y la temática de hadas y bosques no convenció y se quedo sin “palet”. A pesar de ello, su trabajo fue exquisito, posiblemente su mejor trabajo en cuando a calidad y detalle, hasta 2009.

¿Y por que recordar su trayectoria?, pues porque este pasado 2009, el mundo fallero le devolvió a Pedro Rodríguez toda su aportación. Un ninot indultat, por fin, compensaba a aquel Vicente Luna que presento en 2001 y que no fue indultado. Ademas, el indulto vino acompañado por un inesperado 6º puesto de la sección especial infantil, superando a fallas a priori favoritas.

De Pedro Rodriguez


Pedro, el mundo fallero te la debía

viernes, 12 de febrero de 2010

Incoherencia e Involución

La exposición del ninot 2010 da muestras de una evolución formal en monumentos mayores y va refrendando una modernidad estilística y diversidad temática en infantiles.

Sin embargo no dejan de sorprender los cánones elegidos en las escenas que se postulan como candidatas al indulto. En los monumentos infantiles es aun más acusada esta diferencia. Pasan los años y el futuro ganador no dejara de ser una figura de “Lladró”.

Lo que sí es sorprendente es que una de las escenas candidatas sea un grupo de Joan S. Blanch. Parece mentira que este artista, pionero en cuanto a estilo y temática en las fallas infantiles (siguiendo el camino de los Almela, Alares, Santés, Alarcón o Valero), ahora se “venda” a estos intereses.

Es totalmente contradictorio el cómo ha evolucionado el sector infantil de la fiesta. Si, al parecer, se ha logrado, en los últimos años, desterrar el estilo Lladró, el preciosismo y la purpurina de los monumentos infantiles (Primeros premios del propio Blanch, o Javi Fernández el pasado año), al parecer en la exposición la evolución sigue el sentido contrario. Por mucho que haya propuestas frescas e interesantes, el indulto lleva la misma dirección.

Y esa evolución infantil es involución en el caso de Blanch. Sus primeros monumentos (inolvidables los de Serranos-Pza. de los Fueros) eren composiciones muy estudiadas, con unas líneas muy limpias y una imagen infantil muy directa. Poco a poco (y con la previsible frase de que “el presupuesto hay que justificarlo”, que tanto daño ha hecho al monumento infantil) sus fallitas se han ido llenando de detalles, ropa, pelo, incluso movimiento.

Si bien este concepto es más palpable en los ninots que lleva a la Exposición. Lejos queda ese retrato de Josep Sanchis para Serranos el año 1997, con unas líneas que rallaban el diseño grafico, tan característico en la cartelería y escenografía de Blanch en sus monumentos. Otros de sus grupos para la exposición destilaban sátira y capacidad didáctica, a la hora que nos presentaba una estética actual y fácilmente reconocible por los niños. Destacar entre ellos, Serranos ’98 y Mercado Central ’00.

De Incoherencia e Involucion



Ahora bien, en los últimos 5 años, sus figuras (y en parte sus monumentos) se han convertido en piezas complejas y abigarradas con el objetivo de atraer al votante –adulto- de la exposición del ninot infantil. La nostalgia, las prendas de tela y el valencianismo (en esta última ocasión) son, por desgracia, bazas seguras para el indulto.



De Incoherencia e Involucion


Ojala los jurados y votantes hubieran premiado antes a Blanch para que pudiéramos disfrutar de su estilo original, sin restar merito a su trabajo actual, de una calidad excelente, pero a mi gusto, y al de la modernidad, de innecesaria parafernalia.